¿Os acordáis de Haika? =3 Sí, vale, que han pasado dos años, pero tampoco es para tanto xD
Lucía y yo hemos decidido abrir un rol porque echábamos de menos los buenos tiempos, además de para terminar aquel final tan abierto. Yo ya he doblado mi experiencia rolera, así que creo que este rol será épico. O como diría Barney, ¡Esto va a ser legen... espera... dario!
Historia
¿Cuánto tiempo ha pasado desde esa última aventura? ¿Años, décadas, siglos? En realidad, solo cinco años. Pero a los protagonistas que la llevaron a cabo le han parecido eterna.
Las cosas han cambiado desde que aquellas luchadoras de luz, las Inseparable Friends, llegaron a hacer una alianza con la oscuridad para destrozar los monstruos de Tierra.
Muchas cosas cambiaron sus vidas, lo que les hizo separarse por un tiempo. No había nuevas misiones, no sabían nada de ellas...
Las cosas han cambiado, pero se requiere vuestra ayuda de nuevo. ¿Seréis capaces de vencer?
Objetivo
El objetivo es simple: rolear y dejar que las cosas pasen. Guerra luz contra oscuridad.
Fichas de personaje:
Nick:
Nombre:
Raza:
Edad:
Bando:
Profesión:
Descripción Física:
Descripción Psicológica:
Habilidades:
Defectos:
Amigos:
Enemigos:
Historia:
Otros:
Plazas
Infinitaaas
-Lucía/Fauna (Luz)
-Lucía/Aarón (Oscuridad)
-Haika/Nia (Luz)
-Haika/Spalen (Oscuridad)
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41 comentarios:
Nick: Haika
Nombre: Shalania Aldarion. Pero todo el mundo le llama Nia.
Raza: Élfica (Elfos, elfos everywhere xD)
Edad: 193 años (19 años aparentes)
Bando: Luz
Profesión: Debería ser la Reina de el anillo de los elfos. Sin embargo, huyó de ese destino y ahora mismo vive oculta en el mundo humano como pianista y compositora.
Descripción Física:
http://img846.imageshack.us/img846/4743/renaelswordfull1196028.jpg
Nia es una chica bella, como casi todos los elfos. Alta, mide exactamente metro setenta. Su piel, tan blanca como la porcelana, le hace parecer más débil de lo que es. Una de las cosas que más destacan en Nia es su cabello tan rubio que parece venir de los rayos del sol. Cuando se mueve, parecen llamas ondeando. Le llega hasta la cintura y está cortado a capas. El flequillo es largo, tanto que a veces se interpone entre su visión tapando sus ojos verdes esmeralda.
Suele llevar muchas vestimentas, pero la que más usa es una cómoda y de color verde.
Descripción Psicológica: En estros cuatro años, después de la muerte de su hermano, la personalidad de Nia ha cambiado. Ha dejado toda su inocencia atrás y ahora es una gran guerrera que sabe servir. Es algo más seria, pero hay ocasiones en las que su antigua personalidad se muestra a la luz, haciendo así que sea algo hiperactiva y con un aspecto infantil.
Que sea seria no significa que sea una sosa. No, Nia es alegre. Lo que pasa es que... Algo susceptible. Se enfada con cualquier tontería que le digan.
Es sobreprotectora con las personas que le importan.
Habilidades: No se debe subestimar su magia de fuego. Además de el manejo de armas, su puntería y la habilidad de salto que tiene. Ágil, como todos los elfos.
Defectos: A veces, puede llegar a ser demasiado violenta. El tema de su hermano es su punto débil. En el fondo, es una sensiblera.
Amigos: Las inseparable friends. Pero... ahora que no están juntas, no le queda a nadie. Tan solo las busca.
Enemigos: Antes eran dos oscuros de los que bien se acuerda. Ahora cualquier persona de ese bando es su enemiga.
Historia:
Hija de Oriana y Alher, los dos reyes del Anillo de los Elfos. Nia nació junto a su hermano mellizo llamado Arthey. Él debería ser el heredero al trono. Las cosas comenzaron a cambiar cuando se dieron cuenta de que Alher, el rey de los elfos, era un licántropo. Muchos cazadores trataron de matarlo. Finalmente, mandaron a una bruja para que asesinase a la familia real. Tan solo pudo con Oriana y Alher, debido a que los dos niños fueron al mundo humano.
Allí se criaron como personas normales, hasta que Nia se unió a las Inseparable Friends. Después de eso, unos cazadores mataron a Arthey (cual identidad humana era Mike) , haciendo así que Nia cayese en una depresión y se distanciase del grupo.
Otros:
-Armas: Tiene una espada llamada: “Espada Skye”. Se enciende en llamas. Perteneció a su hermano. También tiene un arco moderno con flechas.
Nick: Haika
Nombre: Alexander Spalen. Pero todo el mundo le llama por su apellido. En el mundo humano, se le conoce como el afamado “Alexander CS”
Raza: Humano.
Edad: 21 años.
Bando: Oscuridad
Profesión: Es una especie de espía que está en el mundo humano para investigar las acciones lumínicas, debido a que los oscuros están en otro plan para dominar el mundo. Su oficio tapadera es el afamado escritor “Alexander CS”, conocido por sus espeluznantes novelas de terror.
Descripción Física:
http://img809.imageshack.us/img809/2975/blademasterravenfull966.jpg
Spalen es un chico imponente. De gran altura, casi metro ochenta. Su piel es blanca, parece incluso que viene del norte (bueno, realmente todo su ser está relacionado con el norte) o que está muerto. Sus cabellos son cortos, le llegan hasta el cuello. Sin embargo, están en cantidad. Peinados de forma desaliñada y de un color tan negro como el ébano. Sus cejas de mediano grosor protegen sus grandes ojos azules como zafiros. Fríos y penetrantes.
Sus colores de ropa suelen ser monocromáticos. Negro para su trabajo real, blanco para su tapadera de escritor. Tiene unos músculos poco marcados debido a su entrenamiento como soldado.
Descripción Psicológica: Es difícil describir la forma de ser de Spalen. Quizás podríamos decir que es algo... ¿Frío? Sí, esa palabra lo dice todo. Suele ser bastante reservado respecto a las personas. Suele tratarlas de una forma borde o simplemente las ignora. La verdad es que prefiere actuar en solitario. Para él le da igual lo que está bien o mal, haría cualquier cosa para cumplir sus metas.
Puede parecer algo cínico, pero en el fondo, muy muy muy en el fondo... Tiene su corazoncito. Ese cacho solo lo muestra cuando escribe. Que se siente libre como si fuese él mismo. Aunque por ahora, dice que solo es una tapadera, quiere que su misión espía continúe.
A pesar de esto, se suele sonrojar con facilidad. Cuando esto ocurre, lo niega a gritos y su personalidad cambia a una más impulsiva hasta algo cómica.
Habilidades: Habilidad en la espada y armas de fuego, perfecto como soldado. Fuerte, ágil y rápido. A veces, puede llegar a ser justo y hasta algo noble.
Defectos: No tiene remordimientos al matar, es un gran mentiroso y nunca se saben sus intenciones. Cuando su paciencia se acaba es mejor no estar con él. Hay veces en las que se le va la cabeza y parece algo psicópata o loco.
Amigos: … ¿Esa palabra está en mi diccionario?
Enemigos: Los que se interpongan en su camino. Aun siente algo de resentimiento hacia las Inseparable Friends y siempre ha tenido rivalidad con Aarón.
Historia: Cuarto hijo de una familia de clase media y oscura. El apellido de esa familia era Wrearth. Ellos no causaban el caos como muchas otras, sin embargo, para los lumínicos cualquier familia oscura era perjudicial y peligrosa. Tan solo cuando tenían 5 años asesinaron salvajemente a sus padres delante de sus ojos, lo que le ocasionó un trauma. No se sabe nada de sus otros tres hermanos mayores, ni de su hermano menor. Tan solo huyó y fue oculto por Nia, que lo trató con mucho afecto a pesar de ser una lumínica. Sin embargo, cuando los sentimientos de venganza eran demasiado, escapó y fue adoptado por Rex Spalen, convirtiéndose en su hijo primogénito y conocido tan solo por su apellido.
Otros:
-Armas: Desconocidas. Siempre lleva consigo una espada que puede invocar en cualquier momento.
-Sus libros más famosos son: “Abismo” y “Demonios Rojos”
Nick: Lucía
Nombre: Fauna
Raza: Hada
Edad: 20 años
Bando: Luz
Profesión: Pasa como camarera de un bar humano.
Descripción física:
http://1.bp.blogspot.com/_2u0mhsco4ns/SwrpTDywrnI/AAAAAAAAAJ4/879YX1I9EFA/s400/hada+bonita.jpg
Fauna tiene un rostro angelical. Es delgada, pero más bien baja pues mide metro sesenta. Tiene la piel clara, en verano algo bronceada. Sus ojos, grandes, son celestes como el mar. Su abundante cabello, le llega aproximadamente por debajo del pecho, de color castaño claro con reflejos color bronce.
En el mundo humano suele vestir ropa de colores variados y llamativos, o su uniforme de trabajo formado por una falda azul y una camisa blanca. Como hada, lleva un vestido sin mangas y por encima de la rodilla, del color de las hojas en otoño y decorado con verde, como la naturaleza. Sus alas, muy grandes, son del mismo color que el vestido, pero translucidas.
Descripción psicológica: Fauna ha madurado bastante. Sigue siendo una chica desconfiada, por lo que aveces se convierte en bastante dependiente. Sin embargo, ahora es mucho más alegre, y suele estar feliz. Sabe lo que quiere, siempre intenta conseguir lo que se propone. Es una chica muy dulce y maternal.
Habilidades: Sabe utilizar la telepatía, puede volar y hacer magia, especialmente con elementos de la naturaleza.
Defectos: Es muy desconfiada, y un poco hipocondriaca. Tiene una enfermedad que hace que se debilite si huele o toca la sangre humana.
Amigos: Desde que no sabe nada de las Inseparables Friends, tiene muchas amistades, pero ninguna es de verdadera confianza.
Enemigos: Fauna solo sabe quienes son sus enemigos cuando alquien se lo demuestra.
Historia: Fauna nació siendo hada y con poderes de la naturaleza. Cuando teía 10 años, sus padres murieron en un accidente. Creció sola, y cautivó desconfianza hacia los demás. Cuando alcanzó la mayoría de edad, luchó defendiendo el bando de la luz, juntos con sus amigas, las Inseparables Friends, con las que perdió el contacto. También conoció y lucho contra guerreros de la oscuridad. Ahora, vive en el mundo humano trabajando como camarera en un moderno café-bar.
Otros: A veces, tanto de humana como de hada, la da por llevar debajo de la falda, oculto a la altura del muslo, un cuchillo...
Nick: Lucía
Nombre: Aarón
Raza: Vampiro/humano
Edad: 29 años
Bando: Oscuridad
Profesión: Profesor de educación física en un instituto
Descripción Física:
http://2.bp.blogspot.com/_kysohjCCe3c/SteQ2jvKmGI/AAAAAAAAAjE/AytBHjaeFMM/S660/Dibujo.jpg
Tiene la piel muy clara, pero el pelo muy negro. Es un chico muy fuerte. Sus orejas son puntiagudas, y le encanta ir cargado de joyas. Suele vestir armaduras negras y muy resistentes. También va de negro cuando tiene que relacionarse con los humanos, pero hay momentos en los que cambia de colores... cuando da clase. En ocasiones especiales, va con el típico vestuario de los vampiros.
Descripción Psicológica: Sabe lo que hace, lo que quiere, con quien trata. Se da aires de superioridad. Le gustan las peleas, las chicas malvadas, asustar, ser malvado, empeorar las cosas, etc. Detrás de todo eso, no es egoísta, y en el fondo, es protector.
Habilidades: La rapidez y la agilidad. Sabe expresar muchísimas cosas con tansolo una mirada.
Defectos: Es manipulador, cree que no necesita a nadie, que es imprescindible.
Amigos: Ninguno.
Enemigos: Casi todo el planeta. Especialmente, el bando de la luz y el de la oscuridad (aunque forma parte del segundo).
Historia: Apenas sabe nada de su pasado, pues fue criado por demonios que le educaron para que fuese lo que ahora es. Pero recuerda que, cuando era bebé, su madre le cantaba una nana que decía "El príncipe de la Luna". Hace algún tiempo llevaba una vida doble, transformándose en un chico llamado Gollo, que era bueno. Ahora, ese chico quedó atrás, y se comporta como un humano más, dejando salir a escondidas su naturaleza, vampiro.
Otros: Suele llevar consigo una espada, pero sus colmillos de vampiro son su mejor aliado.
Aeptadas :3
BSO - http://www.youtube.com/watch?v=wWPovH_8DDM
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Nia
A estas horas la temperatura era perfecta. Por las mañanas siempre hacía algo de fresco, sin embargo gracias a mis ropas me sentía impregnada de un suave calor. De todos modos, estas épocas indicaban los inicios de trabajo, cosa a la que no estaba demasiado dispuesta. Sin embargo, necesitaba ese dinero para continuar mis estudios de medicina.
Aun no había cogido fama con mis composiciones… Quizás fuese mi orgullo élfico o que no tenía abuela, pero por mí era imposible que a alguien no le gustase.
Había encontrado un lugar perfecto donde podría empezar a trabajar. Me presentaré ante el dependiente de aquel bar-café y exigiré mi puesto de empleo. Las comidas se hacen mucho más agradables con el suave sonido de las teclas de un piano.
Abrí la puerta del lugar de forma directa y segura, con la cabeza bien alta. Puede que hasta con un poco de brusquedad.
—Vengo a por el puesto de pianista.
Spalen
Escuchar unos pitidos era ya la gota que colmaba el vaso. Primero, eran los rayos del sol dándome en la cara, para después aquello. Después de soltar un gruñido, me levanté de un salto de la cama, apartando todas las sábanas y dirigiéndome hacia el sonido.
Había sido el fax. Miré los papeles... Alzando una ceja, mientras observaba que eran las correcciones de Claire, la editora. Bien. Tan temprano como siempre. Las leería luego cuando tuviese tiempo y una taza de café en la mano.
¿Tiempo? Tengo de sobra. Lo que tenía que hacer por las mañanas era caminar por las calles si había algo. Con las pocas ganas que tenía de salir... Me vestí y fui a dar un paseo.
Fauna
Aquella mañana me levanté temprano. Otro día más de trabajo... Pero aquella cafetería no me desagradaba. Llevaba ya unas semanas trabajando allí, y me encantaban los olores a café. A medio día, podía comer allí, y las comidas, maravillosas, eran las mejores que había probado en mi vida.
Me duché, con tiempo. Me puse el uniforme y una bonita rebeca de punto, para no tener frío durante esta temprana mañana de septiembre.
Mientras limpiaba las mesas, unos minutos antes de abrir la cafetería, se presentó una muchacha. Venía a por el puesto de pianista.
"Espere aquí, hablaré con mi jefe" dije. "Disculpe, pero él dice que no ha solicitado a ninguna pianista... ¿Está segura que su trabajo era aquí?" Mi jefe apareció detrás mía extrañado. Le miré con complicidad. Era lo que llevábamos tiempo buscando sin encontrar: abientación.
Aarón
Era muy temprano, pero yo ya estaba en el instituto, trabajando. La primera hora la tenía libre, ¿entonces por qué tenía que estar en aquel edificio? Comprobé que el aula de música estaba libre. Nadie me vio entrar. Me colgué del techo... a dormir. Era mi forma de descansar. Soy un vampiro, es mi instinto. Estaba cayendo en un sueño cuando escuché que llamaban a la puerta. Volvieron a llamar. "¿Hay alguien?" preguntarón. Sonaba a una niña. Reconocí que era una de mis alumnas. Abrió la puerta, no supe como escapar, sabría que yo era un vampiro. La niña gritó , me lo esperaba. Dio un pisotón: "toma bicho asqueroso, muere cucaracha", y suspiró. Miró hacia atrás, me vio. Otra vez gritó, yo cerré los ojos, todo había pasado en apenas segundos, no pude hacer nada. Había asustando a la niña. Ella, en cambio, dijo: "¡El profe de gimnasia es un vampiro! ¡Ya sabía yo que no era normal! ¡Guapo!" La niña se desmayó. Me dio cobardía. Me puse de pie, y salí corriendo para hacer guardia de pasillo. La encontrarían desmayada, creerían que fue por la cucaracha y nadie creería que soy un vampiro. No quería ni pensar que los profesores lo descubrieran... Pero, ¿y si se enteran mis alumnas? Creerían que coqueteo con ellas... ¡Pero son ellas las que no me dejan!
Nia
Ni siquiera había prestado atención a la camarera que se me había acercado. La voz se me hacía familiar, pero seguramente la hubiera visto por las calles. Con todo el descaro del mundo, cogí una de las sillas que estaban en el café. Quizás no diera demasiada buena impresión para que me contratasen. ¡Pero debían conocer mi talento! Iba demasiado mal de dinero. Además, había traído nuevas partituras compuestas por mí...
Cuando volvió, la chica dijo que el jefe no había solicitado ningún pianista. Mostré una sonrisa orgullosa, dispuesta a hablar explicándole la excusa. Claro, los elfos eramos conocidos como grandes mentirosos... O como a mí me gustaba llamarlo, actores. Sin embargo, mi rostro perdió su color cuando el jefe apareció tras de la camarera. Tragué saliva.
—Ehm... La verdad, es que nadie me ha solicitado aquí—carraspeé antes de levantarme y comenzar a andar hacia el piano con ágiles y elegantes pasos.
—Peeero, ¡un piano tan elegante como este no puede quedarse sin tocar, cogiendo polvo!
Abrí la tapa y comencé a tocar unas cuantas notas, de una melodía bastante suave de una película.
—¿Qué me dicen? Si quieren saber sobre mi carrera, llevo cien... ¡digo, diez años tocando y componiendo! Además de que me hice famosa por mi ciudad.
Spalen
—Pero... ¡Esto no me tiene que entrometer a mí!
—Ya...—el mensajero oscuro se encogió de hombros—Eres el primero que he encontrado, por lo que tienes que traerlo hasta aquí como buen peón que eres a las órdenes del Caos.
Antes de que pudiera decirle nada a ese mensajero, se marchó. Genial. Una mañana de Septiembre, he tenido que recibir el peor de los terrores. Han decidido ponernos una misión. Y ese mensajero es tan holgazán que no quiere ni hacer su trabajo. Por lo cual, me ha mandado a mí a avisar a... a...
Al inútil y estúpido redomado de Aarón.
Me llevé una mano a la sien, cansado y a la vez frustrado. No tenía gana de verlo después de cuatro años. No solo eso, sino que tendremos que formar equipo...
Otra vez.
¿Otra cosa mala? Me voy a tener que infiltrar en ese instituto.
Bien, lo primero que hice fue coger a un colegial, dejarlo inconsciente, esconderlo en un cuarto y quitarle la ropa para hacerme pasar yo por otro. Comencé a andar por los pasillos. Escuché el grito de una chica, por lo que pensé que Aarón debería estar cerca. ¿No me digas que está con sus imprudencias de morder a estudiantes?
Hablando de él. Voy a tener que contenerme para no ponerme a gritar.
Carraspeé detrás suyas para que disimulase algo. Antes de que pudiera abrir la boca para hablar, pronuncié yo las palabras.
—No preguntes qué hago aquí con el uniforme de estudiante, también me alegro de verte después de cuatro años—por supuesto, eso era sarcasmo—. Tenemos misión y para mi desgracia voy ta tener que formar equipo contigo. Así que termina tu turno y date prisa.
Fauna
"El puesto es suyo, señorita" dijo mi jefe sonriendo. Yo también sonreí. Era el típico dueño de un bar: regordete y calvo. Su aspecto le delataba, era un hombre simpatiquísimo. Mi jefe había montado el negocio él solo. Antes, tenía otra camarera, pero no se le daba bien el trabajo. Hasta la llegada de esta pianista, mi jefe y yo éramos los únicos que llevábamos el negocio.
Llegó la hora de abrir el local. Como siempre, había poca popularidad. Llegaron varios clientes de una empresa cercana a desayunar. La pianista tocaba. Aquella música les encantó... pero mucho dudo que tanto como a mí.
Aarón
"¿Qué haces vestido con ese uniforme?" pensé. Pero no me dio tiempo a preguntar, pues el muy imbécil de Spalen me prohibió hacerlo.
-¿Misión de qué? Oye, tú a lo mejor te pasas el día tirado en un sofá, robando o algo así, pero yo tengo un trabajo decente... ¿cómo me has encontrado? -Decidí irme del instituto. No sabía como Spalen me había encontrado... Así que dije en secretaría que me marchaba. Pasó una alumna por delante mía... me puso morritos y me guiñó un ojo. La verdad, no me convenía pasar allí el día. Los profesores no se tragarían que soy un vampiro, pero las alumnas, seguramente sí...
Pero, ¿por qué tengo que formar equipo otra vez con este? Que me busquen unos cuantos que cumplan mis órdenes, o yo solo haría la misión mucho mejor que con este idiota. Pero bueno, tendré que hacer de niñera...
Nia
La yo de hace unos cinco años seguramente se hubiese puesto a dar saltitos, pero ahora era una persona seria y orgullosa, por lo que hice una inclinación de cabeza, cruzando las piernas y flexionando las rodillas a modo de reverencia teatral.
—Muchas gracias. Me pondré a trabajar cuando llegue la hora.
Quedaban pocos minutos para que abriese, por lo que me situé en el asiento que estaba justo al frente del piano. Era de buena calidad y parecía que nadie lo había estrenado. Por el ambiente del café-bar, seguramente pagarían bien...
Cuando las personas empezaron a llegar, me puse manos a la obra. Mis dedos comenzaron a deslizarse por las teclas del piano casi por arte de magia. Pisando los pedales con suavidad y al ritmo de la canción. Había escogido la adecuada, una que te podría hacer volar. Tocarla me hacía sentir un cosquilleo en el estómago, como si volviese a correr en libertad por el bosque.
http://www.youtube.com/watch?v=A8LoaOjgn9E&feature=player_embedded
La pieza era larga, de cuatro minutos aproximadamente. Pero me sentía bien tocándola, muy relajada le daba el ambiente que necesitaba el local. Incluso podía cerrar los ojos, mis manos conocían perfectamente el instrumento. Imaginar que estaba en mi antiguo lugar mágico.
Sin embargo, esa tranquilidad se fue desvaneciendo cuando la canción fue llegando a su fin.
Unos suaves y tranquilos aplausos, era lo que necesitaba. Sonreí e hice una reverencia con la cabeza, mientras me levantaba del lugar.
Tenía un descanso de unos minutos, después volvería a tocar.
Me había fijado en que la camarera no había parado de mirarme a mí y al piano con una sonrisa. Me acerqué a ella.
—Disculpa que te lo diga... Pero... ¿No nos conocemos de algo? Tu cara me suena mucho.
Además de que su rostro se me hacía agradable. No olvidaba por mucho tiempo que pasara.
Spalen
Entorné los ojos ante lo que dijo Aarón, soltando un pequeño gruñido. Sin embargo, tenía que marcharme de ahí cuanto antes. Si me iba en aquellos momentos, la secretaria me vería. "¿Qué hace un alumno escapando?" o lo que es peor "no lo he visto por aquí". Y ya he montado suficiente escándalo con el alumno de ahí. Aunque su reacción sería divertida, al encontrarse solo en ropa interior.
Rodé los ojos cuando vi como una alumna le ponía morritos y le guiñaba un ojo. Claro que sí, seguía siendo el mismo.
Tuve que coger un camino más dificultoso para que no me dijeran nada. Por lo que tardé algo en reunirme con Aarón. Claro, él estaba igual de contento que yo al tenernos como compañero.
—A lo que has dicho antes... ¿Cómo que tirado en un sofá o robando?—casi gruñí, con una mirada gélida—Yo al menos no me paso con crías de falda corta a mi alrededor, asaltacunas.
—Y para que lo sepas, mi trabajo es más decente, ¿o acaso no has escuchado hablar de Alexander CS?
Le sonreí de forma lobuna, pero tenía que reservarme todo eso para después. Le di la nota que me dio el mensajero.
—Dejando de lado toda esa palabrería, han detectado actividad lumínica—le resumí y estiré los brazos—. Ya era hora de algo de movimiento.
<< Preferiría que estuviese sin ti. >>
—Espero que ya sepas lo que hay que hacer. No creo que seas tan imbécil como para no entenderlo.
En el pasado, yo era un crío de 16 años que tenía que cumplir sus órdenes. Aun seguía siendo menor que él, pero no iba a ser un "Peón" como acababa de decir el mensajero. En esta misión iba a tomar yo el mando.
Agh... ¿Es que no se puede convertir en cenizas al sol y me buscaría otro compañero de equipo? Lástima que las leyendas populares no sean ciertas.
Fauna
Ante aquella pregunta, bajé la vista al suelo, pensando, y asentí levemente sin mirarla. La volvía a mirar.
-¿Te apetece un café? Invita la casa, por supuesto.
Aquello era raro... ¿Me conocía? Yo conocía a muy pocos humanos, por lo que era raro. Probablemente, me habría visto por la calle...
Llegaron más clientes. En apenas una hora, eran los segundos que venían, la música atraía a más gente de lo normal. Fui a atenderles, y después preparé unos cafés para la pianista y para mí, acompañados de unas magdalenas. Nos sentamos en una mesa, y comentamos varias cosas.
-Abrimos hace una hora y es el segundo grupo que viene. Eso nunca ha pasado. Tu música les atrae. ¿Está bien el desayuno? -Intenté no atosigarla a preguntas, pues estaba impaciente por saber muchas cosas. -¿Y cómo empezaste a tocar el piano? Yo estudiaba música de pequeña, pero no llegué a especializarme en ningún instrumento. ¿También compones? -Me di cuenta de que eran demasiadas preguntas. Esperé y le di tiempo para que me contara.
-Creo que soy una mal educada... Ni siquiera me he presentado. Me puedes llamar Fauna.
Aarón
-Son ellas las que me buscan a mí. ¿Ves? Los que somos guapos gustamos incluso a niñas humanas. -Dije con cara triunfadora.
-¿Alexander CS? ¿El escritor? Ah, sí.¿Y por qué le metes en la conversación? ¿Tu trabajo decente, acaso, trata de matarle?
Bueno, otra vez los del bando de la luz. Me he entrenado bastante para acabar con todos ellos. Cargar con un grupo de mocosos que no se callan y se creen superiores a un ser de mi clase, y que pasan todo el día en el baño, y mocosas que no paran de perseguirme, ya es un buen entrenamiento. Va en serio, estoy preparado para matar.
-Vale, te dejaré que luches a mi lado. Tú fíjate en lo que yo hago y hazlo lo mejor que sepas. Voy a ganar, y con ganar me refiero a matar a todos esos hippies que visten de colores. Ahora, hazme el favor de quitarte ese ridículo uniforme. ¿Cuándo marchamos?
Nia
La chica parecía tímida, porque bajó la cabeza cuando le dirigí la mirada. Ladeé la cabeza, sin embargo, asentí ante su petición.
—Sí, estaría bien... Después volveré al trabajo.
Mi descanso se iba a prolongar un poco... Pero desayunaba rápido, por lo que los clientes no se desanimarían demasiado. Miré a la chica, que se me hacía muy familiar... Pero ella seguía diciendo que no me conocía. Tenía la impresión de que no era tan solo de vista. Pero tampoco sabía describirlo. Comenzó a hacer unas preguntas, a las que respondí rápidamente después de darle unos sorbos al café.
—Sí, está bien—sonreí—. En cuanto a lo demás... Comencé a los nueve años exactamente, con piezas sencillas pero a la vez conocidas. Algunas partituras, como la de My Heart Will Go On (Titanic) las saqué de oído, por lo que me interesé más en el instrumento. Y también compongo. Y canto, aunque en pocas ocasiones le pongo letra a mis canciones... No me he atrevido.
Volví a darle otro sorbo al café, pero estuve apunto de atragantarme cuando escuché su nombre. ¿Fauna...? Volví a mirarla. No podía ser ella... ¿De verdad el mundo era tan pequeño? Sin embargo, ahora lo recordaba y me culpaba por no haberla conocido.
—Fauna...—Aquel nombre no era demasiado común, tan solo podía pertenercerle a ella—. Puedes llamarme Nia. Ya sé de qué te conocía...
Tuve que contenerme para no abrazarla y para no llorar de alegría. Tenía que mantener las formas, ya que quedaría demasiado extraño en el café... Y demasiado extraño viniendo de mí. Sin embargo, creía que la felicidad había sido destruida para siempre. Si encontraba a mi vieja amiga, todo era posible.
—¿Podemos hablar luego en privado?
Spalen
Me llevé una mano al puente de la nariz, mirando a Aarón de forma cansada. Sabía que no era demasiado inteligente como para captar indirectas.
—YO soy Alexander CS—suspiré, aunque era cierto que mi cara no solía verse mucho, tan solo en las firmas... Que apenas tenía. Lo que me recordaba, mañana tendría que prepararme para la próxima, la entrega de Demonios Rojos II: Venganza. Tan solo pensar en eso me dolía la cabeza. Además de que tendría que posponerlo debido a la misión. Uy, sí. Como me importa que los fans se desilusionen.
Rodé los ojos, pero permanecí callado para no entrar en una de sus discusiones inútiles que nunca iban a ninguna parte.
—¿Marchar? No seas impaciente. La impulsividad siempre ha sido algo que hemos tenido en nuestra contra. Esta vez vamos a hacer una divertida pero bien planeada jugada. Lo que hay que hacer primero es saber dónde se encuentra. Investigación, planteamiento.
—Y ten por seguro que no verás este uniforme nunca—gruñí.
Fauna
Ella respondió a todas mis preguntas. Me gustaba la música. Prefería la tranquila, tocada por instrumentos más clasicos, quizá tambien algo de pop... Pero no me gustaba la música que solían escuchar los jóvenes, tan alborotadora... Escuché a la pianista con atención. Era raro en mí hacer amistades con tanta rapidez.
Pronunció mi nombre pensando, sabía que mi nombre era poco común, por lo que no me extraño. Pero después dijo que ya recordaba de que me conocía.
-¿Nia...? -Conocía a una chica llamada Nia. Y esa chica, era mi amiga. Por fin, una persona de mi total confianza, de la que no tener que esconder mis alas...
-¿Nia... de Shalania? -Sentí un sentimiento raro. Era alegría, por ver a mi amiga. Pero también la sensación de que ya no te enfrentas al mundo sola.
Me preguntó que si podíamos hablar después en privado.
-Por supuesto. -Asentí y sonreí. No tenía planes después del trabajo, es más, nunca los tuve junto a una amiga. -Cuando cerremos, nos podemos ver donde quieras.
Aarón
-¿Qué... que tú eres quien? -Me atraganté con mi propia saliba, empecé a toser, a reir partiéndome a carcajadas, se me atropellaban las palabras. -No me lo puedo creer...
Preferí callarme. En el fondo, él era humano, y tenía un trabajo humano. Yo era un vampiro buenorro trabajando en una guardería con crías que saben poner morritos.
-Vale, señor escritor, me convenció usted. Vamos a planear una buena jugada. Esta vez la oscuridad triunfará, por todo lo alto. No voy a morir por colaborar un poco contigo... Nos lo vamos a pasar bien torturando un poco a esas chicas tan dulces del bando de la luz -sonreí, malévolamente, por una vez ese humano que decía ser uno de los nuestros había tenido una buena idea.
Tomé una calle de la zona. Quería pensar por mi cuenta, alejarme de Spalen. Aunque había accedido a colaborar con él, prefería no pasar más tiempo de la cuenta a su lado: somos compañeros... no amigos.
Nia
¡Me había reconocido! Por una vez en cinco años, mis ojos comenzaron a brillar ilusionados.
—Sí. Nia de Shalania. Pero aquí recuerda, soy solo Nia la pianista.
—Pues... Sí, cuando cierre el local tendré tiempo libre.
Después de terminar el café y el dulce de crema que estaba en el plato, me levanté rápidamente.
—Bueno, mis minutos de descanso han terminado. Seguiré tocando.
Sonreí después de hacer una inclinación de cabeza y dirigirme hacia el piano. Quizás así atraiga a más clientes. Vale, ahora no disponía de más descansos, por lo que decidí buscar partituras largas y amenas que relajasen al personal.
http://www.youtube.com/watch?v=xB-ewGHVTIE
El sonido del piano lento se fundía en el aire con aquel olor a café de las mañanas. Escuché unos pasos y la puerta abrirse. La gente llegaba al lugar y eso se llenaba cada vez más. Podría ser de los pocos trabajos en los que me encontrase a gusto.
Cuando la canción iba terminando, enlacé con total naturalidad las notas con las de otra canción. Esa me daba mucha tranquilidad y recuerdos.
http://www.youtube.com/watch?v=3kn4WLyDqGw
Spalen
Me crucé de brazos al escuchar las carcajadas de Aarón, pero ni siquiera me digné a responderle. Tan solo de entornar los ojos a lo que estaba diciendo. Me sorprendía que estuviese de acuerdo conmigo en algo. Sería la primera vez en un millón de años. ¿Casualidad? O quizás un milagro. De todos modos, era mejor que acatase mis órdenes y no lo hiciese yo con él, aunque parecía que era lo que quería.
Para mí, aquella misión se había convertido en una competición de quién era el mejor jefe. Por lo que le demostraré a los sirvientes del Caos quién manda, para que me pongan en otro equipo o me dejen actuar por mi cuenta.
Ni siquiera me había dado cuenta de que el vampiro había girado por otra calle y desaparecido. Solté un suspiro. Así estaba mejor.
Debería marcharme a casa y hacer caso a las correcciones de Claire. Antes de nada, cogí el teléfono móvil.
—La firma de libros va atener que posponerse. Tengo motivos más importantes mañana.
Escuché las quejas soltando un suspiro. Sin embargo, si lo pensaba bien...
—No, olvide lo que he dicho. Estaré allí en la hora en punto.
Colgué. Allí habrá mucha gente, demasiada para mi gusto. Perfecta para conseguir información.
De todos modos, no le hablé de mi plan a Aarón. Eso me lo iba a reservar. A pesar de que vuelva a ser mi compañero de equipo...
Esta misión la voy a mantener yo, en solitario sin inútiles que se interpongan.
Fauna
Nunca había visto el local tan animado. Clientes entraban y salían casi continuamente. Pocas mesas quedaban vacías. Tenía que darme prisa para poder atender a todos los clientes, pero la música ayudaba a que no se impacientaran. En cada momento del día servíamos la comida adecuada, desayuno, almuerzo y merienda. Mi jefe cocinaba mientras tarareaba algo felizmente. A las siete cerramos. Mi jefe nos felicitó a las dos, muy satisfecho por lo que habíamos recaudado. Estaba mucho más feliz de lo normal.
-Bueno... ¿a dónde te apetece ir? -pregunté a Nia. -Tenemos que hablar de muchas cosas, pero contamos con toda la tarde por delante.
Antes de decidirlo, le pedí que me acompañase a mi apartamento, pues quería cambiarme el uniforme. Tardamos poco en llegar, y apenas tardé cinco minutos en cambiarme. Lo terrorífico de todo eso, no tenía nada que ver con nosotras. No tenía relación con mi trabajo ni con mi hogar, ni con mi ropa, ni con la calle. Si no con él. Lo vi de camino a mi casa, parado en una calle peatonal. Mirando a todas partes. Me dirigió una mirada dura, fría, rencorosa. Recé porque Nia no se diera cuenta, no quería estropear nuestro reencuentro. Seguimos adelante en esa calle y dejé de verle. Pero no pude quitarme de la cabeza esa expresión fría y sorprendida. Jamás pensé en verle. Aarón me había encontrado.
Aarón
Desaparecí entre las calles. ¿A dónde quería llegar? Ni idea. Montones de ideas se agolparon en mi mente. Entré en un supermercado y busqué una máquina de tabaco. Había muchas marcas, escogí una al azar. La caja de cigarros no caía. Golpeé con la mano la máquina, pero no caía. Le di patadas. Aquello estaba atascado, así que le pregunté a un empleado que pasó por allí. Bueno, en realidad no fue una pregunta.
-Eh tú, sí, te hablo a ti muchacho. La máquina se ha quedado con mi dinero y no me da los malditos cigarros. -Me acerqué mucho a él -Más te vale que salgan o tu cuello nunca más estará pegado a tu cabeza
-Eh... sí, caballero, espere aquí -Su rostro se había puesto totalmente blanco. Llegó con una llave en las manos y abrío la máquina -A... Aquí tiene todas las marcas... Coja las que le apetezcan...
Me tenía miedo, eso me gustaba. Solo cogí una, la que había elegido al echar la moneda. Después salí de ese supermercado sin volver la vista atrás.
Estaba haciendo novillos. Aunque no sé si eso de verdad serían novillos... Total, me lo descontaban de mi sueldo, y si por dinero fuera, la verdad es que no me importa mucho. La comida no era ningún problema, aunque la comida humana estaba buena y me servía para vivir, la más sabrosa, mi sustento verdadero, es la sangre.
Volví al hotel donde de alojaba permanentemente y me deshice del chándal. Cogí simplemente ropa negra, aunque la camisa estilo polo que me puse tenía un emblema en color rojo a la altura del pecho.
Tenía que idear un plan, algo que hacer contra el bando de la luz. Spalen dijo que había que observarlos. Claro, pero primero tengo que averiguar donde observarlos. Busqué un lugar donde se reunieran seres sobrenaturales luminosos. Volví a mezclarme entre la gente. Me paré en una calle. Observe el gran ajetreo de mujeres y hombres. Pasó por delante de mí un grupo de universitarias. Me fijé bien en ellas, pero no por el buen físico, pensé que podían pertenecer a la luz. Tuve el impulso de cambiar de lugar, pero algo me dijo que estuviese quieto. Mi instinto no fallaba. Dos jóvenes iban por una calle perpendicular a la que me encontraba. Las reconocí muy rápidamente. Una era Nia, la elfa. La otra, sin duda alguna, era Fauna. Es imposible que yo la confunda. La miré alertado, enfadado. Ella me sostuvo la mirada. Desprendía confusión, sin saber que estaba pasando. Desaparecieron entre la multitud.
Había descubierto algo. Algo muy importante. No sabía que pretendían esas dos, pero ya lo descubriría. Se me pasó por la cabeza contárselo a Spalen. Pero no, aquel era mi descubrimiento. Ahora me volvería a marchar, ya mañana pensaría en que sacar de aquello.
Nia
Comencé a dar palmaditas cuando el jefe nos felicitó a las dos. Al final el hombre era simpático. Parecía que pagaban bien. Seguro que este trabajo me duraría más que los anteriores. Pero claro, lo que buscaban en los otros trabajo no era una buena pianista, sino a chicas tontas, con curvas y generosas de pecho. O si no, alguna que les parezca tonta.
Y claro, no entiendo esta manía que tienen los humanos de relacionar la palabra "rubia" con la palabra "tonta". Aunque esa gente se había llevado poco más que coces.
—Pues la verdad es que me gustaría ir a muchos lados—junté los dedos, con una sonrisa ansiosa—. Pero para hablar de nuestros temas, lo mejor sería un lugar tranquilo... O donde tu prefieras. No sé, no tengo preferen... ¿Fauna?
Ella se había quedado mirando a alguien en el paso de peatones, ladeé la cabeza, pero yo no veía a nadie que me llamase la atención. Sin embargo, había sentido algo. Como si fuera una apuñalada dentro de mi cabeza. Una presencia.
Después de que Fauna se cambiase, le dije:
—¿Qué había pasado ahí? Sentí algo extraño...
Sin embargo, antes de que me respondiese el móvil comenzó a sonar.
—¿Diga? Oh... Moa, ahora no puedo hablar contigo, llámame mañana... ¿¡Qué!? ¿¡QUE MAÑANA ES LA FIRMA!?
Moa tal solo era una chica que conocí en una universidad. A veces íbamos a tomar té o algo, pero nada más. Una de las cosas que teníamos en común era la lectura y la afición por los libros del novelista Alexander CS. Menuda fan estoy hecha...
—Mañana no voy a poder ir... Ya sabes, trabajo. ¡Intenta conseguirme un ejemplar de Demonios Rojos II! Si es posible, que me lo firme... Jo, con las ganas que tenía yo de verlo.
Dicho esto, colgué. Miré a Fauna.
—Yo quería ir a la firma de Alexander CS, pero cambio de planes—sonreí—. Bueno, ¿qué tal tu vida?
Fauna
-Nada... Nada, no te preocupes. Era... Era solo un amigo... Era raro verle ahí -Contesté algo confusa, no sabía si le de verdad le había visto o era una alucinación.
-Eh... Un sitio tranquilo, pues nos quedamos en mi apartamento. Ayer hice limpieza intensiva, quitando lo de intensiva, pero está limpio y ordenado.
-Mi vida va bien. Decidí instalarme en esta ciudad porque es bonita y acogedora. Estaba un poco desorientada. Por suerte, conocí a mi jefe, que me ofreció trabajo y me dijo donde podía comprar el piso en el que vivo ahora.
Recordé el rostro de Aarón. Se me vino a la cabeza Nia hablando por su móvil.
-Oye Nia, si estás tan entusiasmada por ir a esa firma de libros... puedes ir. No te lo pienses. Ven al trabajo cuando termines, yo me inventaré una excusa para mi jefe. Seguramente lo comprenderá. No te lo pienses dos veces.
Y de nuevo, en mi mente, la mirada de venganza de Aarón...
Nia
Conque un amigo... ¿Eh? Esa mirada no era la que se usaba para un amigo. Sin embargo, no le dije nada. Comenzó a contarme lo que le ocurría y yo atendí con interés.
—Bueno, la ciudad está bien. Es moderna, pero lo que no me gusta es el tráfico. A veces cuesta respirar. ¡Ah, y el bullicio! Bueno... Yo al principio estaba en mi Reino. Sin embargo, huí porque esa vida me recordaba demasiado al pasado, además de que estaba llena de desgracias. Fui a muchos lugares del mundo: A Islandia, Noruega, Japón, Estados Unidos y muuchos más. Finalmente, hace como unos meses, llegué aquí. Y creo que me voy a quedar.
Pestañeé varias veces cuando escuché que me dejaba ir.
—¿De verdad? Eres muy amable, pero no quiero meterte en líos.
Seguimos hablando sobre esos temas. Ya casi había olvidado la sensación.
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Al día siguiente...
Vale. Estaba delante de la biblioteca. Había conseguido el libro. Olía a nuevo y la cubierta tenía un dibujo espeluznante. Pero me gustaba. El mundo, aunque diese miedo, era extraño como los que yo había vivido.
Había una cola para la firma. Moa había ido a mirar por las ventanas si había alguien. Éramos de las primeras. A ver estado ahí horas se merecía lo suyo.
—¡AH, DIOSDIOSDIOSDIOSDIOS!—Exclamó Moa, acercándose a mí—¡Nia, creo que es él! ¡Es guapísimo y tiene unos ojazos...!
—Vaya, pocas personas se entusiasman así por un escritor.
—No, ahora en serio. Este chico debería haber sido actor o modelo. De verdad que es guapísimo.
Spalen
Solté un suspiro al escuchar el bullicio que había ahí fuera. Bien, hoy se estrenaba el libro y yo hacía la presentación. Después, firmaría y todo saldrá bien.
Pero esta reunión tenía algo más. Entre tanta gente, mis sentidos se confundían. Sin embargo, era capaz de sentir presencia lumínica. Me coloqué en la silla del escritorio, mirando al encargado.
—Bien, puede abrir cuanto pueda.
Ya sabía lo que tenía que hacer. Responder a preguntas de fans, escribir la misma dedicatoria de siempre y todo eso con una tranquila y natural sonrisa.
Que por supuesto, para mí era falsa.
Fauna
La mañana siguiente llegué temprano a la cafetería. Todavía estaba cerrada, así que abrí con mi llave. Mientras esperaba a mi jefe, me dediquéa bajar las sillas y poner un poco de orden a todo. A los pocos minutos de mi llegada, apareció mi jefe. Llevaba la radiante sonrisa con la que se despidió ayer.
-¡Hola Fauna! ¿Lista para otro fabuloso día de trabajo? -Miró al piano? -¿No ha llegado todavía la pianista?
-En cuanto a eso jefe...
-Fauna, llamame Rodrigo, no jefe.
-Ah, sí, Rodrigo, hoy no puede venir. O por lo menos se va a retrasar un rato, o unas horas.
-¿Ha pasado algo grave?
-Eh... -Le conté lo primero que me vino a la cabeza. -No, no, ella está bien. Como empezó ayer a trabajar aquí... todavía tiene unos asuntos que realizar.
Mi expresión mientras hablaba era confusa, como la que ponen las niñas pequeñas cuando han hecho algo malo, pero a la vez confusa. Cuando terminé de hablar, sonreí. A mi jefe no le importó, porque, según yo, los motivos eran importantes.
Yo continué tranquilamente con mi trabajo. Mi mente dejó a un lado la escena de ayer y lo que significaba.
Aarón
En el instituto todos parecían un poco alterados. A primera hora, tras calentar un rato, un alumno me retó a una carrera. Dice que era para sorprender a una chica. Pero claro, la chica empezó a animarme a mí. Corrí con toda mi agilidad, dejándole muy atrás. Ningún niño de 15 años es mejor que yo.
En toda la mañana no hubo rastro de Spalen. Total, me daba igual que estuviese buscando a chicas lumínicas como que estuviese escribiendo un libro. Yo ya había encontrado a quien me llevaría al triunfo.
Sin embargo, esa mañana hubo algo que me percató. Era una conversación entre profesoras que escuché mientras estaba sentado en el aula de profesores.
-Pues sí, ayer pasaron cosas raras. Una alumna de segundo dice que vio un vampiro en el aula de música. Dicen que la mordió, o lo intentó, porque ella estaba desmayada cuando la encontraron.
Tuve que controlarme, por el amor de Dios, ¡yo jamás mordería a una niñita indefensa sin motivo alguno!
-¿Y se lo han creído? Los vampiros no existen, pero claro, los jóvenes de hoy en día tienen mucha imaginación, modifican la información y se empeoran las cosas, y todos se creen lo que el guay de la clase diga.
-Pero no solo eso. Encontraron también a un niño en ropa interior. Estaba atado y dice que recuerda que le golpearon. Era de cuarto, le habían quitado el uniforme, no sé para qué. Pero esa ropa no ha vuelto a aparecer por ninguna parte.
Había sido Spalen. ¿de dónde si no iba a sacar el uniforme? Se lo había robado a un alumno.
Las dos profesoras se marcharon por la puerta.
-Y tú, Aarón, ¿crees en vampiros? -Me preguntó Nico, el profesor de matemáticas. -Estos niños de hoy en día tienen mucha imaginación.
-Sí, eso mismo iba a decir yo. ¿Vampiros? Qué tontería.
Nia
Mi corazón estaba latiendo con fuerza. Casi sentía una presencia gélida muy cerca. Debido a las altas cabezas que había delante, no podía ver al escritor. Pero alguien, junto a él, debería ser oscuro. Cuando iba a llegar mi turno, daba un paso hacia atrás, dejando que los demás pasasen.
Moa me miraba alzando una ceja.
—No sabía que fueses tan tímida...
Estaba dando saltitos con su libro firmado. Se colocó detrás mía y empezó a empujarme hasta el escritor.
Mantuve la mirada en el suelo. Pero sentí como es que cogían con suavidad el libro y una voz tranquila y serena hablaba.
—¿Su nombre?
Alcé la cabeza. No debería haberlo hecho. El escritor era un chico joven, de cabellos negros y ojos zafiro. El aura oscura estaba cerca de él. Como no...
Pensé que después de cinco años, sería capaz de olvidarle. Cuando volvió la cabeza hacia mí, se quedó en blanco. Aquella sonrisa se desvaneció por completo.
¿Cuánto tiempo pasó mirándome así? Segundos, que se me hicieron eternos. Sentía como unos témpanos de hielo se clavaban en mi cabeza.
Algo que fue más terrorífico, aun más que sus libros, es que Alexander comenzó a reírse. Era una risa nerviosa, pero a mí me parecía de psicópata.
—Para Nia, ¿no?
—S-sí.
Escribió en el libro y me lo devolvió, con una sonrisa siniestra en los labios.
—Aquí tienes. Cuidado con los demonios rojos.
No podía ser él. Tendría que ser una persona parecida... Seguro. ¡Spalen no sonreía nunca! Pero la risa seguía resonando en mis oídos.
—¡Wowowowowowowowow!—Moa se acercó a mí—¿Tú has visto la forma en la que te ha mirado? ¡Se quedó embobado! ¡Deberías haberle dado tu teléfono o algo! ¡Nia, sal de tu trance!
—T-te equivocas...—Abrí el libro para ver la dedicatoria.
<< Para mi querida Nia:
Tu historia está escrita en sangre.
Con amor, Alexander CS >>
Cerré el libro con fuerza. Para empezar, al escritor no le había dicho mi nombre. Y... Esa no era la dedicatoria para el libro.
Tenía que salir de allí. Ahora. Sin embargo, algo se movía bajo mis pies. Un terremoto. Miré a Moa. Ella estaba inconsciente en el suelo.
Después, pasé a mirar al escritor. Él se había levantado de su asiento. ¡Todo debía ser culpa suya! Pero era humano. No podía controlar...
Su cara decía desconcierto.
Spalen
Reír era lo único que podía hacer. Creo que he ganado nuestra pequeña competición. Si le traía a los jefes... Seguro que dejaré en ridículo a Aarón. Sin embargo, Nia también me había reconocido.
Y para decir verdad, el terremoto me vino de improvisto. Al sentir la mirada vengativa de la elfa, alcé los brazos para indicar que no tenía nada que ver con eso.
—Yo no he hecho nada. Pero aprovecharé el momento...
—¡Te lo has creído, maldito oscuro!
Los dos invocamos las espadas. La suya tenía un resplandor rojizo, como si fuese de fuego.
—¿La espada Skye? Oh, la de Mike...
—¡NO TE ATREVAS A MENCIONARLO, RATA!
De los cuerpos inconscientes, habían aparecido muñecas de color azul. Avanzaban hacia los dos... ¿Qué estaba pasando ahí? Ya tan solo estábamos nosotros dos y las muñecas
—No tan solo tienes suficiente con desmayarlos... ¡Los conviertes en muñecos horribles! ¡Eres... un asco! ¡Inhumano!
—¿Me habló la elfa? ¡No he hecho nada de nada!
Le lancé una estocada a la muñeca. Sin embargo, cuando la rajé, escuché una risa siniestra y las demás avanzaron a por mí.
—Parece que no es culpa tuya...—Dicho esto, se puso en posición defensiva.
Nia
¡Debo avisar a Fauna! Pero las muñecas me han rodeado...
Aarón
Eran las once de la mañana, las tres primeras horas habían pasado, y mi turno terminaba. Podía irme a casa. Pero yo tenía una misión. Y no pensaba parar hasta encontrar a Fauna. Salí a la ciudad, dispuesto a recorrer todas las calles del centro y de las afueras buscando presencia lumínica. Tardé poco en encontrarla. Era una calle llena de tiendas, justamente dentro de un café. Me asomé al cristral, y pude ver que era bonito, cursi para mi gusto pues predominaba el blanco y tonos pastel. La camarera salió de una puerta que estaba detrás del mostrador, probablemente daba a la cocina o al almacén. Me fijé en que había un piano. Entré y, al abrir la puerta, sonó la campanilla que había colgada.
-Buenos dí... ¿Aarón? -Preguntó Fauna. Después se produjo un largo silencio entre los dos, mirándonos a los ojos. Ella estaba sorprendida, yo sonreía con malicia.
-Hola querida Fauna, ¿sorprendida de verme? -Dije acercándome a ella, acercando una mano para tocarle la cara -No creo... Ya nos vimos ayer, ¿verdad? -Ella me golpeó en la mano para que no le tocara el rostro.
-¿¡Qué es lo que quieres!?
-Nada. Solo triunfar. Esta vez voy a ganaros a todos los lumínicos, y demostrar a Spalen que nunca podrá alcanzarme, que son muchos años los que llevo luchando contra vosotros.
-Yo ya no lucho... hace años que no entro en batallas... ¿Por qué ahora?
-Huy, yo no sé que harás tú o dejarás de hacer, pero a mí me han ordenado una misión y he encontrado mi objetivo. No te voy a matar, o por lo menos no lo haré todavía. -Le clavé mi mirada. Ella iba a ser mi prueba de que soy más de lo que me valoran. De que soy superior, de que soy el mejor en nuestro bando.
Fauna
Me desconcertó ver a Aarón entrar en el bar, pero más todavía la conversación que tuve con él. Si Nia hubiese estado allí, aquel chico no se atrevería a hacer nada. Sin embargo, la cruda y triste realidad es que yo era una camarera en un bar, con un vampiro que tenía pintas de querer secuestrarme. Soy un hada, sí, pero si me transformaba, mi jefe podría verme, y a saber lo que pensaría. Además, por fuera de la cafetería pasaban montones de humanos. No podía arriesgarme.
Antes de poder reaccionar, escuché la voz de mi jefe. Me giré. "¿Pasa algo Fauna? ¿Algún problema?" Después, Aarón golpeándome en la cabeza, yo en sus brazos, mi jefe saliendo. Solo escuché unas palabras. "Señor, me llevo a su empleada".
Noté al vampiro salir de la cafetería, irse volando. Yo en sus brazos, estoy desmayada...
Nia
—¡Venga, vamos, Nia! ¡Tan solo queremosjugarcontigoyESTARJUNTASPARASIEMPREEEEEE!
Las muñecas tenían la piel azul, las bocas cosidas y los ojos rojos. De verdad, parecían sacadas de uno de sus libros... Estaba segura de que era cosa suya, aunque no lo quiera admitir.
Sin embargo, el mensaje que le daban a Spalen era mucho más diferente. Las mías eran amistosas... Las de él se enganchaban a sus piernas, le mordían... Sería mucho más divertido si él comenzase a saltar. Pero no, las apartaba a patadas. Jo.
—Si las hiero, seguramente me harán algo...—dije, retrocediendo.
Spalen
Las muñecas se habían enfurecido al haber tocado a una de las suyas... Las miré, algo confuso. La herida estaba en el suelo chorreando sangre... No, espera, era relleno de muñecas rojo. Pero parecía sangre.
Las demás se acercaban a mí con pasos rápidos
—¿POR QUÉ NO NOS QUIERES? ¡EsodueleesodueleesodueleesoDUELEDUELEDUELE!—
Y me empezaron a atacar. Intentaba quitármelas de encima dando patadas. Puede parecer ridículo, pero cada vez que me mordían, dolía mucho. Tenía que apretar los dientes para no gritar. Sus dientes parecían cuchillas que se movían, como una motosierra. Mis pantalones estaban ya llenos de sangre y de cortes.
Sin embargo, tenía que hacer algo... Miré a Nia. Las muñecas no me lo iban a impedir. Comencé a hacerme paso entre todas ellas, hasta llegar hacia la elfa. Mientras no se transformase todo estaba bien. La cogí los hombros, pero lo que recibí era una patada.
—¡CAPULLO! ¡VES COMO SI QUE ES OBRA TUYA!
Ni siquiera me di cuenta como me había lanzado al suelo, ahora se había montado encima mía matándome a bofetadas.
—¡VENGA, CLAVA ESA ESPADA EN SU CUELLO!—Comenzaron a animar las muñecas. ¿Me odian...?
Conseguí apartarla y miré hacia el lado. Aarón había aterrizado con... ¿Fauna? En sus brazos. ¿No podía ser algo más discreto?
Ni siquiera pensé en que había empatado con él en nuestra "apuesta" (que ni siquiera la habíamos organizado).
Nia
—¡Fauna!
¿¡QUÉ HACÍA ÉL CON FAUNA EN SUS BRAZOS!? Mi rabia se iba apoderando de mí por momentos. Volví a coger la espada con ambas manos, mirándolos a los dos.
—... Vais a morir aquí y ahora. ¡MALDITOS OSCUROS!
Antes de que pudiese decir nada más, en el suelo apareció un agujero en el suelo. Las muñecas desaparecieron, mientras todos nosotros caímos al agujero...
¿Otra trampa suya? Pero él también estaba cayendo...
Fauna
Por fin volví a mí. Vaya golpe que Aarón me había dado en la nuca. Aarón me sujetaba con fuerza para que no me cayera. ¿QUÉ ESTÁBAMOS CAYENDO EN UN AGUJERO? Yo me he perdido algo importante. ¿Qué había pasado? Vi a Nia, también cayendo, y sentí otra presencia oscura. Espera... ¿Spalen? Llegamos al suelo, y tuve suerte pues, al ir en brazos de Aarón, no llegué a golpearme con el suelo. Él me miró, y al verme ya despierta, me soltó: no, no me bajó, me tiró. Me tenía a una altura de un metro del suelo, y caí tumbada, así que no fue muy agradabe. Me incorporé en seguida.
-¡¡PEDAZO DE SALVAJE!! ¿No decías que todavía no me querías matar? ¿Entonces a que vienen tantos golpes? Será idiota el vampiro este... ¡Subnormal!... ¿ha donde me has llevado mientras estaba inconsciente?
Estaba un poco desconcertada, creo que se nota, pero muy desorientada. Aarón no se saldría con la suya...
Aarón
Había secuestrado a Fauna, pero vi que él había encontrado a Nia. Y el suelo se abrió. Tuve suerte de ser vampiro, gracias a mis alas no me estampé con el suelo. Pero al ver a Fauna despierta, la solté. Desagradecida... La dejo libre y me pone verde de insultos. La miré con aburrimiento.
Sus presencias me hacían saber que apenas estaban a un metro nuestro, pero no podía ver a Nia ni a Spalen. ¿Qué eran esas gentes? ¿Muñecas azules? ¡Qué espanto! Todas me miraban a mí. A mí o a... Fauna. ¿Fauna? ¡Fauna! La muy tonta había desaparecido entre las muñecas, buscando a Nia, quizá. Pero, ¡qué asco!, ¿por qué tenía yo a dos muñecas azules acercándose a mis mejillas para besarme? Le di un puñetazo a las dos. Pero venían más, y más, y más, y más, y las muñecas no me dejaban. Salí volando. Desde arriba, las muñecas no podrían tocarme. ¿Pero...? ¡Me estaban agarrando de las piernas y no me dejaban subir! Qué espanto de bichos... ¿cómo demonios me desago de ellas?
Nia
Lo único que pude recordar era a Spalen caer en aquel agujero que se había formado en el suelo. Yo, por suerte, me había agarrado a uno de los salientes. Aarón había bajado a Fauna. Y ella... Estaba entre las muñecas.
—¡FAUNA!—Exclamé. Sin embargo, el cielo se tornó de gris. Todo empezaba a dar vueltas... Y me estaba mareando. Me solté del saliente y ya casi sentía como caía al abismo...
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Nia OFF: Bien, esto es de máster: Todos vais a aparecer en un mundo extraño. El cielo se ha tornado de gris, todo da vueltas y absolutamente todos os habéis desmayado y caído al abismo.
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Mi cabeza... Daba vueltas...
Comencé a pestañear. Parecía que había caído desde metros y metros de altura. Sin embargo, no tenía sangre en la cabeza. Solo sentía como es que algo retumbaba.
Cuando miré a mi lado, Spalen se había quedado a cuclillas, mirándome.
—¡AH!
Después de soltar ese grito, traté de darle un puñetazo. Sin embargo, el lo paró. Lo bueno de esto es que debido al impacto, perdió el equilibrio, acabando sentado en el suelo.
—¿Aun sigues pensando que esto es cosa mía?
—Sí.
—Estúpida...
Me levanté, lanzándole una mirada asesina. Miré a mi alrededor. Estaba en una habitación de color negro. Había estanterías con varios libros... Además de que también había peluches de conejos rosas y azules.
En la pared, estaba colgado un cuadro de un conejo rosa de ojos rojos.
—Oh... ¡Es una lindura!
—¿Lindura? ¿¡CÓMO QUE ESO ES UNA LINDURA!?
Spalen
Había caído al abismo antes que los demás... Por lo que tuve que esperar a que se despertasen. La sala, aquellos peluches y aquel cuadro... Eran horribles. Me hacían tener escalofríos. Y no era por mi humor oscuro... Es que yo veía cosa diferente a los demás.
De acuerdo. Volver a los intentos de Nia a golpearme, pararla. Miré a los demás. Por un momento, sentí la tentación de hacerle algo a Aarón mientras estaba inconsciente. Pero eso era demasiado infantil.
—¿¡Cómo que eso es lindo!?
—¡Sí que es lindo! Un bonito conejo.
—¿Conejo, de verdad? ¿Estás ciega? Esa cosa... Da escalofríos.
—¡A Spalen le dan miedo los conejitos!
Entorné los ojos, mientras miraba a Nia, que estaba tirada en el suelo partiéndose de risa.
—No son conejos—repetí—. Son... Son...
Antes de terminar la frase, me di cuenta de al lado de cada uno había una rosa de un color.
Fauna
Me desperté. Estaba tumbada en el suelo, pero me senté. Me dolía un poco la cabeza. Me pregunto si desyarse dos veces en tan poco tiempo será malo... Supongo que no, sigo bien. Escuché unos ronquidos detrás mía. Era Aarón, ¿estaba inconsiente o dormido? Total, yo paso de él.
¿Y esta rosa blana? ¿Y estos conejitos? ¡Qué adorables!
Aarón cada vez roncaba más. Me alejé de él y fui a donde estaban Spalen y Nia. Ellos también tenían una rosa... ¿Por qué sería?
Quise preguntar a Nia por la firma de libros... No entendía muy bien de que iba todo aquello, pero ya después me enteraría.
-¿No sabréis dónde estamos?
Miré todo a mi alrededor, y vi de nuevo a Aarón. Me estaba entrando lástima. Allí tumbado, con la boca abierta y roncando...
Nia
Miré a Fauna. Me sentía mucho mejor al ver que se encontraba mejor. Sin embargo, seguía de los nervios. ¿Qué había pasado con esas muñecas? Cuando terminé de reírme por el miedo de Spalen a los conejos, le respondí.
—No, no lo sé. Pero esta sala es muy adorable y no quiero alejarme de ella...
Cogí uno de los peluches de conejos y lo achuché. Era suave, esponjoso y de color rosa. Después, se me ocurrió la idea de torturar un pelín a Spalen.
—¡Mira! ¡Mira!
—Aparta esa cosa de mí.
De acuerdo. Se me había ido la olla. Me levanté del suelo y me fijé que a mi lado había una rosa roja en un jarrón.
—¿Eh? ¿Para qué servirá esto...?
—Aquí hay un papel—Spalen había cogido su rosa de color azul, semejante al de sus ojos—. "Cuando la rosa se marchite, tú también te marchitarás"
—No lo entiendo.
—¿Crees que yo sí?
—¡Tú has creado este mundo!
Spalen
Solté un suspiro, mientras observaba con detenimiento la rosa. Estaba poblada de muchos pétalos de un color azul eléctrico.
—No lo he creado—suspiré, mientras rodaba los ojos—. Mirad, ya sé que resulta extraño tener una conversación medianamente "tranquila" con vosotras. Pero esto es demasiado raro y no tengo nada que ver... Pero creo que esto se refiere a que la rosa está anclada a nuestra vida.
Miré otro papel que había pegado a la rosa.
—Utiliza los jarrones para poner la rosa en ellos. Tus heridas se curarán y los pétalos volverán a la flor.
—Qué cosa más rara... ¿Cuando la rosa pierda todos sus pétalos moriremos?
—Eso parece.
—¡Ah, aquí también hay algo! "Si tu espíritu sufre demasiado, pronto comenzarás a tener alucinaciones. Comenzarás a estropearte por dentro y ni siquiera te darás cuenta de ello..."
Nia había mirado los libros de la estantería. Solté un suspiro, mirando a los supuestos conejos. A mí me parecían que eran aquellas muñecas que nos perseguían antes.
"ESODUELEESODUELE" Aun escuchaba esa voz en mi cabeza.
Me acerqué a Aarón.
—¿Me dejáis darle una patada para que se despierte?—Ni siquiera esperé la respuesta de las lumínicas. Posé con fuerza el pie izquierdo sobre su estómago, dándole varios golpes para que se espabilase.
—Despierta.
Aunque podríamos dejarle así por un tiempo...
Fauna
Escuché a Nia y Spalen leyendo los papeles. Eran unas flores muy curiosas. Sabía de una rosa que no iba a durar mucho... Pero no hace falta decir que me estoy refiriendo a Aarón, ¿verdad?
¿Por qué a Spalen no le gustaban aquellos conejitos? Eran adorables, ¿que daño nos van a hacer?
-No, no puedes darle una patada. Dale al menos 10 o 20. -Contesté ante la pregunta de Spalen.
Aarón
El muy imbécil de Spalen me estaba dando patadas. Me puse de pie sujetándole por el cuello, muy enfadado.
-Maldito seas... ¿Tú estás loco verdad?
-No tanto como tú -Contestó Fauna, a mi lado, con los brazos cruzados y muy seria. Dejé a Spalen en el suelo. Fauna y yo nos quedamos mirándonos.
Y... ¡BUMB!
-¡Spalen...! ¿Cómo te has atrevido? -Vaya con el desgraciado...
Fauna
Yo me limité a reírme, vaya manotazo.
-Aarón, déjale ya tranquilo. Si quieres pegar a alguien que sea a mí, fui yo la que le dije que podía despertarte.
Él volvio la vista a otra parte. Estaba segura de que no me pegaría, y no lo hizo. Me deja caer y me deja inconsciente, pero no es capaz de pegar a una chica por una tontería así.
-Mirad... la rosa negra de Aarón... Tiene un pétalo caído...
Spalen
Ni siquiera me dio tiempo a apartarme de ahí, Aarón me había agarrado del cuello... No del cuello de la camina. Del cuello. Sin embargo, antes de que pudiese hacerme algo, Fauna se colocó a su lado y me soltó.
Apreté los dientes, gruñendo. ¿Quién se creía que era? Después de eso, le di un puñetazo... Estaba claro que me la iba a devolver. Aunque el hada seguía parándolo.
—Tsk...—Murmuré, mientras recogía mi rosa, que se había caído al suelo. Miré la rosa de Aarón. ¿Por el puñetazo que le había dado, el pétalo había caído?
—Puede reconstruir su rosa en algún maldito jarrón de los que hay. Ahora lo que me preocupa es qué puede haber aquí.
Iba a poner mi rosa en el jarrón que estaba a mi lado. Pero antes de que pudiese hacerlo, una de esas muñecas psicópatas había aparecido justo delante de mis ojos.
Solté un grito y di un paso hacia atrás, mientras escuchaba a Nia partiéndose.
—¡Otra vez! ¡Te asustan los conejos!
—Me estás tomando el pelo. ¡Eso no es un conejo, es una muñeca psicópata!
—... Tú no estás bien de la vista. Es un conejo rosa muy bonito.
Comenzó a abrazar la muñeca. Solté un suspiro y coloqué la rosa en el jarrón. Las heridas que tenía en las piernas a causa de las muñecas habían desaparecido. Me sentía mucho mejor.
—El agua arregla a las rosas.
Nia
Con las ganas que tenía que los dos se pegasen... Al final había sido Spalen quien le pegó a Aarón. Miré la rosa, colocando un dedo con suavidad sobre el pétalo rojo. Mirándola con algo de preocupación. Esta rosa representa mi vida. Así que no se la podía dar a nadie. La tendré que poner a buen recaudo.
Aun no me imaginaba que estaba... Teniendo una conversación tranquila con los oscuros. Y me divertía estropeando la salud mental de Spalen... Que seguía diciendo que era una muñeca.
Le había dado un puñetazo a Aarón... Ah, que él se puede desahogar y yo no, ¿eh? Se iba a enterar.
Con las mejillas encendidas de rabia, le di un toque en el hombro. Cuando se giró, le apropié un puñetazo.
—¡AH! ¿Estás loca?
—Uy, perdón. Quería darte, a ver si ahora veías conejitos. ¿Siguen siendo horribles?
—¡Sí, lo son!
—Ah. Entonces tienes una enfermedad que no tiene remedio. Y aunque Aarón me caiga igual de mal que tú, él se merecía darte un puñetazo. Peeero, yo tenía más ganas, así que te lo doy. No hay de qué.
Dicho esto, comencé a caminar alegremente hacia una puerta. Pero Spalen había cogido algo... Que estaba descuidando demasiado.
—¡Mi rosa!
—Ah, tu rosa...—Comenzó a jugar con uno de los pétalos y a tirar de él, pero sin llegar a arrancarlo. Me sentía furiosa, por lo que le quité la suya.
—¡Arrancas ese pétalo y te quito yo 3 del tirón!
—... Pisotearé la rosa antes de que lo hagas.
—¿Te crees que yo no lo haría? A ver, eso es absurdo.
Cogí mi rosa y le di la suya, mirándole enfadada.
—Allí hay una puerta, a ver si conseguimos abrirla.
Me acerqué a ella. No estaba cerrada, por lo que comencé a caminar.
En ella, había muchos cuadros de payasos... Agh.
—Qué lugar tan desconcertante... ¡Venga, vamos!
Fauna
Siguiendo a Nia, entré por la puerta. ¿De dónde habían sacado tal colección de cuadros? Los payasos me estaban mirando. Todos estaban sonriendo o lloraban. Unos cuadros eran más peculiares que otros. Algunos parecían pinturas, otros eran fotografías. Había payasos que tan solo llevaban una nariz roja, mientras otros tenían todo el rostro pintado y el pelo teñido. También los había sin nada en absoluto, tan solo su rostro sonriendo y el cabello revuelto, pero sin duda esos eran los más desconcertantes, por ser payasos naturales, sin necesitar nada.
Me quedé parada, mirando fijamente, un cuadro en concreto. El payaso, con una malévola sonrisa, su pelo gris muy fino y alborotado, con el iris de los ojos gris, tenía una piel muy clara, prácticamente era blanca, y destacaban sus labios rojos intensos. La forma de su rostro, de su nariz, de sus ojos, era aterradora. Yo le conocía.
Era el payaso de mis pesadillas cuando era tan solo una niña.
Aarón
¿Qué era aquello, un museo o un circo? Esos payasos eran feos con ganas. Fauna estaba en las nubes mirando un cuadro. Al rato, se retiró de él. ¿Era a mí al único que no me gustaban o que? Decidí salir de ese sitio, así que sin más rodeos, eché a andar en línea recta buscando una puerta de salida. Había recorrido ya bastantes metros, y detrás mía, veía a los demás de un tamaño sacado de una casa de muñecas. Demasiados eran ya los cuadros de payasos. A mi derecha había uno que me miraba. Me miraba, fijamente, sus ojos se movían.
Mi mano, cubierta con un guante negro, le dedicó un puñetazo a la imagen. El cristal se rompió en añicos, el cuadro cayó al suelo.
¿Un cuadro, desafiándome a mí? No, un ser inerte, ya este inerte o poseido, no es nadie para retarme.
Nia
Los payasos eran espeluznantes...
—¿Por qué parece que estamos en una película de terror?—Suspiré, mientras seguía observando los cuadros. Quería los conejitos, ahora.
Comencé a leer las chapas que había en el cuadro. Es decir, el nombre de los nombres, el autor y algo más.
"Payaso A
Autor ???
Tan solo quiero que te diviertas"
—Agh...
Escuché como un cristal se rompía. Alertada, vi como es que Aarón le había golpeado a uno de los cuadros. Menos mal que no ha sido nada extraño...
El cuadro del payaso se había empezado a mover, por lo que pegué un salto hacia atrás.
—¿¡Qué diablos pasa!?
Spalen
Aunque la habitación estuviese a oscuras, haciendo así que la sombra de algunos cuadros en relieve diese aun más miedo, la prefería antes que la otra habitación. La de las muñecas/conejos... lo que fuese.
Sin embargo, escuchar como un cristal se rompía me alarmó.
El suelo comenzó a temblar y de ahí aparecieron unas barras, como si estuviésemos encarcelados... Tan solo que esas barras dividían la habitación en dos partes.
En la izquierda estábamos Fauna y yo. En la derecha, Nia y Aarón.
—¿¡Es que no puedes estar un minuto sin hacer el imbécil!?—Exclamé, dirigiéndome hacia Aarón.
—Fauna, ¿estás bien? Bueno... Os habéis quedado atrás. Yo voy a ver qué hay más adelante, ¿de acuerdo?
Nia
Me daba igual si Aarón quería seguirme o no, yo iba a buscar la salida. Abrí otra puerta, esperando entrar en una sala diferente. Se escuchaban risas, las puertas eran de color violeta y había lámparas rotas por el techo y las paredes.
También habían muñecos de personas colgando del techo.
Fauna
Definitivamente, no me quedaba duda alguna de que aquel chico era imbécil, subnormal.
-¿No puedes estar un poco sin hacer el idiota? -Le dije a Aarón, que me miró de manera desafiante, y siguió a Nia a otra habitación.
Yo me senté en el suelo pegada a la pared, y me abracé a mis propias rodillas.
-Este chico no es más idiota porque no puede...
No sabía que hacer a continuación. ¿Volver a la sala de los conejitos? Entonces, miré mi flor. Blanca, nueva, entera. Acabar con mi vida era tan fácil como destruir esa rosa.
Miré a Spalen.
-La salida está al otro lado... Y no creo que estes dispuesto a volver con los conejitos... ¿Y ahora como salimos?
Aarón
Me quería alejar de aquellos payasos malditos de una maldita vez. Por lo menos, Spalen estaba del otro lado y no me molestaría. Tampoco estaría Fauna, así que Nia y ella estarían separadas. Seguía Nia, entrando en la nueva habitación.
-Joder... ¿Y ahora qué, una sala de vudú?
Aquella habitación, en cierto modo, me encantaba. ¡Era fabuloso, muñecos ahorcados! Los contemplé uno a uno Todos eran distintos unos de otros, de hombres, de mujeres, castaños, morenos, rubios...
Spalen
Miré a Fauna y después a la otra mitad del terreno, aquella en la que no podríamos salir.
—Tú al menos no lo tienes que soportar como compañero de equipo, da gracias a ello—le respondí, dando media vuelta—. Estoy dispuesto. Tan solo son inquietantes, no me dan miedo.
Mentira, pero no lo iba a decir.
—Vamos a ver qué hay ahí...
Comencé a caminar hasta llegar a la habitación de las muñecas. Inspeccioné por todos los rincones... Había un agujero en la pared, si movía una estantería podríamos pasar...
Quizás por allí podríamos pasar.
Nia
—Son muñecos algo... desconcertantes...—Comencé a mirarlos. Después, solté un grito.
—¿Qué diablos es esto?
Aquel muñeco se parecía mucho a mí. Estaba colgado del techo. Estaba claro que era yo. La muñeca tenía la tela muy blanca, sus ojos eran botones de color verde y la boca estaba cosida con un color rojo. Hasta habían hecho las orejitas y el traje rojo. En la mano, la muñeca llevaba mi rosa.
También había un muñeco de esos, de Fauna y de Spalen. Sin embargo...
—No hay ninguno tuyo—le dije a Aarón, extrañado.
De repente, se escuchó una voz extraña, que no paraba de reír.
<< ¿Os queréis reír? Permaneced aquí y os reiréis... JAJAJAJAJAJA >>
Fauna
Spalen estaba dispuesto a volver a la habitación anterior. Me levanté, y me abrí paso entre los conejitos. Si abriamos entrado, podríamos salir. Miré atentamente, a todas partes, pero no vi ningún lugar raro, ninguna puerta o similar. Pero Spalen sí.
Pasamos por ese agujero. Había el sitio suficiente para pasar, pero aún así, era un lugar claustrofóbico. Tras gatear un poco, dimos con una salida. No fue complejo.
De nuevo, habíamos llegado a otra habitación rara. A nuestro alrededor había demasiadas puertas.
Todas aquellas habitaciones eran complejas con ganas.
Aarón
Nia había encontrado fácilmente los tres muñecos, así que no dudé en que el mío estuviese un poco más retirado. Miré cuidadosamente por todas partes. No estaba mi muñeco. No había.
-No me importa, la verdad... ¿pero qué significa esto?
Pensé en si eso sería bueno o malo. Si debía de sentirme libre de algo malo, o excluido de algo bueno.
Pero la voz me alertó.
-¿Quién eres? ¿Qué sucede? Oye, si eres valiente, sal aquí, que queremos verte...
Me arrepentí de mis palabras. Una voz extraña y un montón de muñecos colgados.
Aquí no iba a suceder nada bueno.
Spalen
—Ah, genial. Esto es un laberinto—bufé, cruzado de brazos.
Comencé a inspeccionar la habitación, las puertas tenían diferentes colores, tamaños y formas. Por todas partes y paredes. De todos modos, no me gustaba estar demasiado tiempo allí. Muchas puertas se parecían.
—Supongo que tendremos que buscar algo que sea diferente a lo demás... ¿Uh?
Al lado de una puerta de color rojo y forma circular, había cinco cuerdas. Quizás activasen algún mecanismo que nos ayudase a subir.
Tiré de la segunda cuerda... Pero de repente, sentí un tremendo dolor en el brazo. Cuando lo examiné, vi que había dos cortes no demasiado profundos.
—¿Qué diablos...?
Miré de nuevo la rosa y me di cuenta de que había perdido dos pétalos, que se encontraban en el suelo.
—Genial, ahora las cuerdas quitan pétalos.
Tiré de la cuarta cuerda y... Las luces se apagaron.
Nia
—¡Seas quien seas!—Exclamé, mientras sacaba el cuchillo del bolsillo—¡Aparece! ¡Ya!
Comencé a caminar con pasos temblorosos hacia donde se había escuchado la voz y la risa, sin parar de mirar a los muñecos nuestros. Mi respiración era entrecortada y aquel lugar ponía los pelos de punta.
Finalmente, pude divisar una caja. En la tapadera había estrellas, lunas, colores vivos como el rojo y el verde.
La risa había dejado de sonar. Las luces comenzaron a parpadear para después apagarse.
—¡Ah!—Invoqué un fuego fatuo para ver mejor. La caja se había abierto y de allí...
Apareció un payaso. El maquillaje le caía a chorros y su sonrisa, tanto como aquella sala, era macabra.
—¿¡OS QUERÉIS REÍR!? ¡PERMANECED AQUÍ Y REIRÉIS PARA SIEMPRE!
El payaso sostenía algo en la mano. Era... El muñeco de Aarón.
De repente, me di cuenta de que mi rosa había desaparecido. Miré hacia atrás, quizás se haya caído...
Pero me fijé en el lugar donde estaban nuestros muñecos. Estos estaban sustituidos por ... rosas de diversos colores. Nuestros colores.
Y al lado de mis pies estaba mi muñeco.
—¡Aarón! ¡Corre, ese payaso tiene tu rosa!
Fauna
Tuve la necesidad de acercarme a cada una de las puertas. Las tocaba, aunque sin llegar a abrirlas, y en algunas posaba mi oído para escuchar si había movimiento al otro lado. Cuando estaba en la sexta puerta, vi a Spalen y su rosa con dos pétalos menos.
-Déjame que yo tire de las otras dos cuerdas... No quiero que pierdas más pétalos de la cuenta.
Y entonces, tras un horrible sonido chirriante, se abrió una de las puertas.
Retrocedí unos pasos, y observé ese portal. Al otro lado también había oscuridad. ¿A dónde nos llevaría?
Me coloqué delante del marco de la puerta, y me giré buscando a Spalen. Suspiré, dispuesta a cruzarla y enfrentarme a lo que hubiese a ese lado.
Y mis pasos, me llevaron a un lugar algo estremecedor.
Aarón
Estaba seguro de lo que hacía. Sin nervio alguno, avancé hacia aquel hombre
-Vale... Vale, sí, yo he roto tu cuadro. ¿Y qué? ¡Ahora ya estás libre! ¿Qué problema hay? No te he matado... Te he liberado. Así que no tienes motivo para destrozar mi rosa.
El payaso miraba mi muñeco, que se encontraba en mi mano.
-¿Lo quieres? No hay problema, es tuyo, pero dame la rosa...
La presencia lumínica y oscura en la sala se duplicó. Había más gente con nosotros.
-¿Spalen? -Murmuré en un acto reflejo. Nos habían encontrado. -¿Fauna?
Spalen
La puerta que acababa de abrir Fauna llevaba a un lugar donde se escuchaban unas risas poco agradables. Siguiéndola, acabamos en otra habitación con un pasillo recto. Debido a que mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad en el momento que se habían apagado las luces, conseguí una especie de visión nocturna que duraría unos momentos. Podía ver claramente un payaso en una caja de colores. En su mano, el payaso llevaba una rosa... Aunque no podía distinguirse.
También escuché una voz demente... Y no, no era la de Aarón, que acababa de hablar. Sino la del payaso.
Me apoyé contra la pared, mirando de perfil al payaso mientras invocaba a la espada. Era enorme, por supuesto. ¿Pero quién le va a tener miedo a un payaso?
—Seguro que ya ha hecho una estupidez—mascullé, en un murmuro.
Nia
<< Sí, payasito, esto es de risa >> Pensé, mientras soltaba un suspiro y trataba de volver atrás al pasillo. Donde colgada del cuello debería estar mi muñeca... Pero no, ahí estaba mi rosa roja. Con delicadeza para que ningún pétalo se destruyese, le quité las cuerdas y conseguí guardarla.
Cuando iba rápidamente a reunirme con Aarón, esperando que aquel payaso no le haya quitado nada, pude ver dos figuras más. La habitación estaba a oscuras, por lo que hice que los espíritus del fuego se multiplicasen haciendo el papel de lámparas.
—¡Fauna, Spalen!—Exclamé, aliviada.
— << ¿Liberación? ¡Allí estaba con mi familia! >> — El payaso gigante fingió que se ponía a llorar — << ¡Mi cuadro era mi casa y ahora no tengo a dónde ir! >>
Vale, genial. Ahora el payaso tiene complejos vengativos...
Solté un suspiro y me dediqué a hacer un hechizo de curación que nos envolviese a nosotros cuatro. Además de que este podría servir como barrera durante unos segundos.
—Vigilad que vuestras rosas no se hayan convertido en muñecos vudú... ¡Y recuperad la de Aarón!
Por supuesto, yo con mis complejos de jefa.
Fauna
Los muñecos eran un tanto inquietantes... Y ahí estaba colgada mi rosa, también la de Spalen. Era curioso, hace apenas unos minutos, las teníamos a nuestro lado, fue cuando Spalen perdió sus pétalos. Agilmente, volé para recuperar ambas rosas. Le devolví a Spalen la suya.
Y aquel payaso... ¿no era el del cuadro destrozado por Aarón? Entonces, esto era una venganza.
-Nia... ¿Crees que algo tan simple como un hechizo puede devolver al payaso a su cuadro?
Aarón
El payaso estaba enfadado, e intentaba provocarnos una falsa lástima. Saltaba y al caer, se notaba su peso en el suelo de la habitación. Daba patadas al aire, y este aire podíamos notarlo nosotros. Daba la sensación de que en cualquier momento iba a arrancarnos la cabeza.
Entonces, escuché la pregunta de Fauna. No sé si funcionaría, pero algo había que hacer.
Después, contemplé asombrado como al payaso se le caía mi rosa al suelo. Hice el intento de acercarme a por ella, pero antes de dar un solo paso el payaso la recuperó, y estaba mucho más furioso que antes...
Nia
Miré a Fauna, pensativa. Después volví a clavar mis ojos en el payaso. ¿De verdad podríamos devolverlo al cuadro con un hechizo?
—No sé, tendríamos que buscar qué tipo de magia ha hecho que el payaso salga de su cuadro—susurré, rápidamente—. Podría ser magia negra o simplemente magia elemental. Tendríamos que averiguar de dónde ha venido... Pero...
Se me ocurrió una idea en aquel preciso instante. Pero tendríamos que tener mucho cuidado.
—¡Apartáos de aquí! ¡Rápido!
Spalen
Aquel payaso gigante tenía en su mano la rosa de Aarón. ¿Ese no era el del cuadro que acabamos de ver? Oh, genial. Ahora solo hace falta que también la tome con nosotros. Nos puede matar de un pisotón en aquellos momentos. Cuando ya casi me había pensado eso de salir de allí, sin importarme de qué les pasara a las rosas, sentí como es que el suelo temblaba. El payaso acababa de saltar a la caja. Seguí apoyado en la pared con una mano para no caerme, mientras que con la otra cogía la rosa que Fauna me acababa de tender.
No era lo mío acatar órdenes, pero al escuchar la advertencia de Nia lo único que pude hacer fue rodar hasta una parte que no estuviese demasiado cerca de ella ni del payaso, justo detrás de la caja enorme que acababa de dejar... Lo que pasa es que me fijé en algo.
—¿Qué? La caja tiene escaleras.
Una escalera que seguramente llevaría al interior de la caja. Vamos a ver, ¿quién iba a poner una escalera para una persona de nuestro tamaño? El payaso ya era demasiado grande, de un paso podía meterse ahí dentro.
El asunto me resultaba sospechoso, por lo que no lo dudé dos veces y comencé a subir. La vista desde allí era bastante alta. Podía ver al payaso de espaldas dando manotazos al aire mientras que miraba a Aarón con furia.
Desvié la mirada hacia abajo. Y guau, eso parecía un pozo sin fondo. Si miraba a todos lados, no había salida. Ni siquiera deshaciéndonos del payaso.
—Voy a saltar a ver qué hay.
Muy inteligente yo. Acababa de aparecer un puñetero payaso gigante de la caja. Ese payaso tenía instintos asesinos. Y yo voy a investigar de dónde ha venido.
De todos modos, la reflexión era a tardía. Ya había saltado.
Nia
—¡Spalen! ¡No seas imbécil!
Aun estaba tratando de controlar a los espíritus de fuego, mirando fíjamente al payaso. Dejé de prestarle atención a lo que ese estúpido con complejos de suicida tuviese entre manos (que aún lo pensaba: TODO ESTO ES CULPA SUYA) y cuando pude controlarlos, les ordené que se dirigiesen al payaso.
Si el payaso ha salido de un cuadro, es porque está pintado. Y lo ha pitando en un lienzo. El lienzo es papel. El papel se quema.
Traté de apuntar lo más cuidadosamente posible, para no dañar la rosa que tenía en sus manos.
Con un grito, comenzó a deshacerse en cenizas.
Aarón
Fui a recoger la rosa. Estaba intacta. La contemplé asombrado... Caí tumbado en el suelo, con la vista fija en la nada. Me estaba entrando sueño, necesitaba descansar un rato. Y recordé los conejitos. El pensamiento de estos me llevaron a las muñecas azules. Y aquello, a Spalen. Le busqué con la mirada. Vi a Fauna, vi a Nia. Pero en ningún punto estaba él. Ya de pie volví a mirar. ¿Pero dónde se había metido? Y después se queja de mí... Ahora es él quien desaparecel. Quizá las chicas lo supiesen.
-¿Dónde demonios se ha metido Spalen?
Fauna
Aarón llevaba razón. No estaba con nosotros. Busqué alguna puerta, en especial por la que él y yo habíamos entrado hace no mucho. Pero esa puerta no estaba... Vamos, que se había esfumado. Pero a mi vista, no había ninguna otra. Empecé a volar a distintas alturas buscando alguna salida. No había puertas. Pero tampoco había ventanas del tamaño de un humano. Ni nada aparente a una trampilla. Solo muñecos en el techo.
La imagen del payaso volvió a mi mente. ¿Spalen se habría quemado junto a él? Pero decidí descartar esa posibilidad. Entonces me fije en la caja.
-Hay algo que no entiendo. El payaso ha salido de un cuadro... ¿Y que pinta aquí esa caja?
Nia
Me encogí de hombros ante la pregunta de Aarón.
—Escuché que se iba a investigar. "Voy a saltar a ver que hay"... ¿A dónde ha saltado? Por aquí no hay un barranco... No, no está tan loco como para hacer eso.
Sí, en aquellos momentos, la vista que tenía yo de Spalen era la de un asesino demente. Sonará raro, debido a que me he leído todos sus libros a excepción del nuevo, que tenía guardado en el bolso junto a la rosa. Aunque pareciese pequeño, tenía más fondo que... ¿El bolsillo mágico de Doraemon? Tengo que pasar menos tiempo con críos. Antes de ser pianista me ganaba la vida como canguro. Y creedme, es la cosa más horrible que uno puede hacer.
Después miré la caja de la que había salido.
—En esta habitación nada tiene sentido—chasqué los dedos para que la habitación entera se iluminase y no tuviese que usar otra vez esos agotadores espíritus de fuego, que se habían desvanecido al quemar el cuadro—. Desde conejos achuchables que parecen muñecas, hasta payasos que tratan de matarte. Inspeccionemos más la caja... Vaya, hay una escalerilla. ¿Creéis que Spalen habrá entrado en la caja? En tal caso, supongo que ahora mismo estaría dando gritos por salir de allí. No parece muy profunda que digamos, pero emite sensaciones extraña.
Spalen
¿Pero dónde diablos he aparecido...? Nada mas sentir el suelo, comencé a caminar hacia delante. Parecía que no había nada más allá que de esas paredes blancas. Por mucho que caminase, no llegaba al final.
Hasta que al final el suelo estaba dibujado. Aquel suelo tan blanco y brillante, había dibujos hechos con cera, como si los hubiese hecho un niño pequeño. En uno de ellos ponía "¿Juegas?" y al lado un montón de estrellas. También había dibujados gatos, payasos, hasta unas vías de un tren.
—O es que el payaso tiene una especie de retraso mental o hay un "Payaso Junior" en su casa.
U otra cosa, porque nada tenía sentido. Por un momento me arrepentí de haber dejado a los demás atrás.
Aarón
-¿Ya está este dando problemas? Y ahora va, y desaparece. Después dice que si yo, yo y yo.
-Es que después eres tú, tú y tú. Él por lo menos es simpático. Y ya que él se ha ido, y tú eres el único "caballero" entre nosotros tres, podrías tomar la delantera y entrar en esa caja. -La regañina de Fauna me puso de mal humor, pero no tuve otro remedio que ir el primero a buscar a Spalen, si no quería parecer un miedica.
Subí a la caja, y miré al fondo. No me percaté de nada extraño, tampoco estaba Spalen a mi vista. Podría haber saltado, pero era mucho más fácil volar. En aquel suelo, comprobé la blancura que se extendía a mi alrededor.
Fauna
¡Aarón me hizo caso! Aunque se debería solo a su orgullo... Al cabo de unos minutos tuvimos respuesta de su marcha.
-¡Bueno chicas, si no os asusta el color blanco, podéis bajar! -Su voz resonó, lo que indicaba que se encontraba un sitio vacío. No comentó nada de haberse encontrado con Spalen. Le dije que vale, pero no creo que se hubiese enterado.
-¿Vamos? -Pregunté a Nia, antes de terminar de subir los últimos peldaños de la escalera para saltar.
Aarón
No me llegó respuesta de Fauna... Ni de Nia... Ni rastro de Spalen...
Y me planteé lo peor... Aquello... ¿¡Aquello...!? ¿¡Era el cielo!? ¡¡Estaba muerto!! ¡¡El salto me había matado!!
Ah, no, espera... Respira, que sigues vivo. Se supone que tu lugar es el infierno, digo yo, además, no vas a morir de un salto que además has realizado volando... También soy inmortal. Miro arriba, pero si me han escuchado, no veo a las chicas.
Me pellizco la mejilla fuertemente, y me duele, así que sigo vivo. Ya está comprovado. A continuación, me siento en el suelo a esperar.
Nia
Estaba apunto de partirme de risa y aplaudir ante la regañina que le había dado a Aarón. Pero en algo tenía razón... Aunque para mí, los dos oscuros tenían las mismas gilipolleces... Mientras que a Aarón le da por secuestrar a Fauna en su trabajo (que no sé como lo ha hecho, si ha venido por el cielo volando lo ha tenido que ver todo el mundo) Spalen no tan solo ha organizado una firma de libros, en la que cualquiera puede verle. No, encima es una trampa para lumínicos. Y luego las muñecas. Si los dos son tan tontos, ¿por qué no se lleven bien? Estaba bastante cansada, parecían gaviotas... A ver cuándo paraban de graznar.
Aunque claro, la tonta soy yo por colaborar con ellos.
Escuché lo que dijo.
—¿Blanco? ¿Qué tiene que ver el blanco?—Bueno, pues no parecía tan malo... Al menos nos podríamos reunir dentro de poco.
—Vamos—asentí, mirando a Fauna. Mientras detrás de ella me disponía a subir los escalones, me preguntaba cómo estarían los otros dos metidos en aquella caja.
Spalen
Me costaba mucho avanzar. Mierda... Había tenido una mala caída. Horrible. El pie derecho me dolía a horrores, pero no estaba roto. Mientras cojeaba y trataba de avanzar lo más rápido posible apoyado a la pared, vi como es que el suelo volvía a ser tan blanco como siempre. Aquello de desaparecer no daba demasiada buena pinta.
Di media vuelta. Ya buscaré la forma de salir, pero tengo que contactar con los demás. Mientras caminaba lo más rápido posible, comencé a pensar
<< De aquí ha aparecido un payaso psicópata. Estoy herido. Así me costará mucho defenderme... >> Aquellos pensamientos hicieron que comenzase a caminar más rápido.
Un líquido rojo chorreaba de las paredes. Y no sé cómo, pero se podía leer "Habitación de Matar". Al leer esas palabras, comencé a sudar frío. Jadeando, comencé a caminar más rápido. Quería salir de allí cuanto antes.
Si salía de vida de esa, escribía un libro de esto. Lo juro.
No sabía si era la vista la que me fallaba, pero pude distinguir una figura alta y negra a lo lejos. Justo cuando enfoqué la vista, ya lo reconocí.
—¿A-Aarón?—Pregunté, mientras me seguía agarrando a la pared—¿Qué haces aquí?
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El rol no es lo mismo que la realidad :3